Con este título literario, podríamos describir la temporada hasta la fecha del Barcelona, pues cuando juega como local, es un equipo totalmente diferente al que es cuando juega fuera de las instalaciones del Camp Nou, es decir, como visitante.

Dos partidos como local contra Real Betis Balompié (jornada 2) y Valencia CF (jornada 4), dos goleadas, ambas 5 a 2, con un juego eléctrico, asociativo y vistoso para el espectador. El único punto negro que se le podría achacar al conjunto azulgrana: los cuatro goles encajados.

En cambio, como visitante, la imagen es totalmente diferente. Analicemos:

– En la primera jornada se visitaba La Catedral, el nuevo estadio de San Mamés.
Tras unos minutos iniciales de tanteo entre ambos equipos, el equipo local llevó el peso del partido durante el primer tiempo, dejando al Barça maniatado y sólo teniendo una ocasión, eso sí, la más clara de todo el encuentro, en un balón que repele la cepa del poste a disparo de Luis Suárez tras un fallo defensivo rojiblanco.

En la segunda parte, el conjunto azulgrana salió mejor ofensivamente, pero físicamente acusó el esfuerzo de (a mí parecer) una mala planificación a nivel de preparación física durante la pretemporada, y el Athletic Club, tácticamente, fue superior , pues en el último minuto, Aduriz (los viejos rockeros nunca mueren) en el primer balón que tocó, mando el esférico al fondo de la portería de Marc-André Ter Stegen con un golazo de chilena.  Partido finalizado y bagaje de 0 puntos. Derrota.

– En la tercera jornada, el conjunto de Ernesto Valverde, viajaba al estadio El Sadar (antiguo Reyno de Navarra) para enfrentarse al Club Atlético Osasuna y las cosas no empezaron de la mejor manera, ya que en el primer disparo a puerta, Roberto Torres establecía el 1 a 0 en el luminoso.
El equipo local, espoleado por su magnífica afición, buscaba hacer daño al conjunto culé, sin que estos tuvieran poder de reacción, ni una ocasión en los primeros 45 minutos, unos números muy pobres. Uno a cero, equipos a vestuarios, y… Cambio de guion en la segunda parte. Sobre todo por la doble sustitución realizada por Valverde, dando entrada a Arthur y Ansu Fati, responsables de darle la vuelta al marcador en los primeros 20 minutos de la reanudación. Sin embargo, el equipo no supo cerrar el partido, a pesar de tener numerosas ocasiones, y en los minutos finales, un penalti de Gerard Piqué, supondría a la postre el resultado final: empate a dos. Partido concluido, un punto más, que sumado a los 3 de la semana pasada contra el conjunto Ché, dejan al equipo con 4 puntos sobre 9 posibles.

[*Tras cuatro jornadas en la competición liguera el FCB tiene en su casillero 7 puntos de 12 posibles.]

Seguimos analizando.

Ayer se inició una nueva edición de la UEFA Champions League y el Barça ha quedado encuadrado en el Grupo F (denominado el grupo de la muerte), junto al Slavia de Praga, Inter de Milán y Borussia de Dortmund.

El conjunto azulgrana iniciaba la competición  visitando el Signal Iduna Park, donde logró amarrar un punto, gracias sobre todo, al que hasta la fecha y bajo mi punto de vista, es el mejor portero del mundo: Ter Stegen.

Durante la primera parte, el Barça llevó el peso del partido, pero eso sí, sin ocasiones claras. En cambio, el Borussia, en las botas de Marco Reus, tuvo las más clara del partido y que desbarató el meta suplente de la selección alemana. Una buena primera parte, que dejaba un buen sabor de boca tanto a los aficionados desplazados al oeste del país alemán, como a los espectadores que seguían el partido por televisión.
Todo un espejismo. La segunda parte pudo haber acabado en una goleada de escándalo a favor del equipo alemán, que si no es por su falta de acierto en los metros finales, hubiesen puesto cuesta arriba la clasificación para la siguiente fase, al equipo culé.

Los azulgrana dieron un paso atrás y dejaron el mando del partido a su homólogo, que estuvo soberbio tanto en zona defensiva, como en ataque, hilvanando jugadas de una calidad técnica enorme y haciendo un muy buen fútbol. Cierto es, que no estuvieron acertados en los metros finales, y que fallaron un penalti (o más bien lo paró Marc-André), un larguero, y una jugada finalizada por Marco Reus, que se fue al segundo anfiteatro, pero que si hubiera acabado dentro de las mallas, hubiese sido un auténtico golazo. Tres jugadas, por poner alguna, de las muchas que tuvieron en jaque a la zona defensiva azulgrana. Así que tras 90 minutos, un empate fuera de casa, y gracias. Hay que darle valor.

Está semana leíamos que Neymar decía que siempre iba a jugar  “fuera de casa”  debido a los abucheos, pitos e insultos de su afición en el Parque de los Príncipes, tras decir públicamente, que quería dejar el PSG para volver a la que fue su casa: Barcelona. Muchos de nosotros nos preguntamos (o más bien) deseamos, que el Barça siempre juegue en casa. La imagen es totalmente diferente.

Queda mucha tela por cortar, muchos partidos, y puntos en juego. Veremos si el equipo azulgrana es capaz de reconducir esta situación.

Próxima parada: Granada

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